Cirugía de cataratas y conducción

Jóvenes y Seguridad Vial

Dr. Carlos Grande Baos
Doctor en Medicina y Cirugía. Especialista en Oftalmología.
Máster Universitario en Gestión y Administración Sanitaria.
Oftalmólogo Hospital Universitario Santa Cristina.

Es un tema de máximo interés para médicos y pacientes, porque cada vez hay más personas mayores que quieren vivir con la máxima calidad de vida y siendo uno de los principales elementos seguir conduciendo, aunque para ello tengan que operarse de cataratas.

No hay que olvidar que la conducción es una actividad neuromotora que depende de una capacidad neuroperceptiva y ambas van disminuyendo en las personas mayores, tanto por el envejecimiento como por la medicación y otros factores endógenos y exógenos.

Lo que a nosotros más nos interesa en este artículo es que el 90% de la información necesaria para la conducción proviene del aparato visual, que suele estar afectado por más factores que la propia catarata, como son el envejecimiento de los fotorreceptores (degeneración macular asociada a la edad, retinopatías diabéticas e hipertensivas…), del nervio óptico (glaucoma, neuropatías…), de la córnea (degeneraciones…), de la superficie ocular (ojo seco, epiforas…)

Tanto la catarata en sí misma, como la pseudofaquia que es el estado resultante tras la facoemulsificación con implante de lente intraocular, disminuyen la capacidad visual en todas sus dimensiones, agudeza visual (cantidad de visión), sensibilidad al contraste (distinguir objetos en escalas de grises), visión de los colores (discriminación entre rojo – verde sobre todo), campo visual (amplitud de la zona de visión mirando a un punto), visión mesópica (adaptación a la oscuridad), fotofobia y respuesta al deslumbramiento, profundidad de foco (capacidad de enfoque), entre las más importantes.

El problema se incrementa porque el patrón visual es diferente antes de formarse la catarata, con la catarata en evolución y tras la intervención. En poco tiempo el conductor tiene que reconocer y adaptarse a tres patrones de visión diferentes, siendo los dos primeros cambios lentos pero el último es muy brusco. Hay otro elemento de dificultad, que es el periodo de transición en que un ojo está operado y el otro con catarata y, muy posiblemente con un estado refractivo diferente.

Centrándonos más en la propia intervención de cataratas todavía nos quedan muchas preguntas por resolver y varias discrepancias por consensuar.

En primer lugar, cuándo debe operarse un paciente de cataratas. La respuesta es muy sencilla, cuando vaya a mejorar su calidad de vida y el riesgo de la intervención sea inferior al de la no intervención, es decir que le predisponga a sufrir accidentes de circulación o caídas. Por eso no es nada fácil precisar para el que no conduce, sin embargo si es conductor sabemos que requiere una agudeza visual corregida mínima de 0.5 (en el mejor de los ojos) si no es conductor profesional. Pero, acaso estamos seguros de que esos optotipos con caracteres negros sobre blanco son los ideales para determinar la agudeza visual y la indicación quirúrgica para un conductor o son mejores los de las escalas de grises. No olvidemos que las condiciones ambientales de visibilidad en un gabinete se exploración no coinciden con las que uno se puede encontrar conduciendo.

Una vez fijada la indicación quirúrgica, la técnica a realizar es, sin duda, la facoemulsificación con implante de lente intraocular (a ser posible bajo anestesia tópica), porque la afaquia postquirúrgica corregida con gafas de +12 dioptrías ya no se contempla. Nos queda elegir el tipo de lente a implantar, si tiene astigmatismo alto lo ideal es el implante de una lente intraocular tórica. Pero entre la monofocal y la multifocal, cuál escogemos. Como ambas tienen ventajas e inconvenientes todavía no hay nada consensuado acerca de cuál es mejor para conducir. Y entre la monofocales pueden ser esféricas o asféricas según la aberración óptica que presente; tampoco hay un criterio unitario. Y tampoco lo hay entre las lentes intraoculares coloreadas y las incoloras.

Volvamos al problema de la refracción final perseguida, qué es mejor para conducir, dejar al paciente con una visión lejana del 100% en cada ojo y sin ver bien de cerca o dejar uno con el 100% para lejos y el otro con una miopía de -1.0 D que penalizándole la visión lejana le permite una mejor visión próxima sin gafas (sabiendo que disminuye la calidad de la visión de relieve tan importante para conducir).

Resumiendo, probablemente las dos mejores opciones para conducir son las lentes multifocales de última generación o una lente monofocal corregida con unas gafas de visión progresiva para conducir.

Independientemente de la lente intraocular que hayamos implantado, el paciente pseudofaco sufre una gran fotofobia, por lo que en días soleados debe conducir siempre con gafas de sol, siendo las ideales las de color gris con filtro del número 4.

Para el deslumbramiento nocturno se suelen recomendar unas lentes con filtro amarillo, pero tienen sus limitaciones. Es mejor evitar la conducción nocturna.

Otra gran duda que queda por despejar es qué hacer cuando sólo se opera un ojo y en el otro tiene una visión aceptable. Hay autores que preconizan operar a continuación el segundo ojo, otros preferimos no correr ese riesgo. En ese caso, habría que conseguir la mejor corrección óptica de ambos ojos aunque sea provisional.

Por último, una vez intervenido de cataratas y corregido con las mejores gafas si las precisara, cuándo puede volver a conducir. Las controversias se reducen a dudar entre 1 y 2 meses. Parece que lo más habitual es al cumplir el mes de la intervención de cada ojo.

Dejo una gran duda sin resolver, cómo conseguir que los pacientes intervenidos de cataratas nos hagan caso de los consejos y recomendaciones en materia de seguridad vial. Personalmente estimo que consigo un cumplimiento terapéutico en el posoperatorio de la cirugía de la catarata de un 75%, pero en cuanto a la conducción creo que estoy por debajo del 50% aunque les insisto sobre los riesgos y les invito a repasar la normativa de la Dirección General de Tráfico.

Los cuatro consejos que me gustaría dar a los pacientes operados de cataratas que quieren seguir conduciendo son:

  • Tener mucha precaución, sobre todo con la velocidad y las maniobras ajustadas, porque, aunque ahora han recuperado mucha cantidad de visión, no es de la misma calidad de la visión de su juventud.
  • No conducir de noche ni en condiciones climatológicas adversas que reduzcan la visibilidad en los primeros 4 ó seis meses después de la operación y luego hacerlo lo menos posible.
  • La intervención de cataratas no les ha mejorado ni la capacidad de identificar, procesar y gestionar los peligros, ni la rapidez en la respuesta neuromotora ante esa situación repentina, por lo que tienen que reconocer sus limitaciones y evitar otras situaciones que puedan agravarlo como el alcohol, el cansancio, la somnolencia o el tabaco…
  • Ser sincero en la autocrítica y en los exámenes psicotécnicos y seguir en todo momento las recomendaciones de los profesionales y de las personas que les quieren.

 

Bibliografía: