En la práctica fotográfica de Paz Errázuriz es fundamental la convivencia con los sujetos fotografiados para poder establecer una relación de confianza antes de realizar cualquier imagen. Un ejemplo de ello es su trabajo La manzana de Adán, en el que documentó la cotidianidad de una comunidad de transexuales y travestis que vivían en prostíbulos de las ciudades de Talca y Santiago durante la dictadura. Como en otras ocasiones a lo largo de su carrera, en este proyecto —que pudo finalizar gracias a la obtención de una beca Guggenheim—, las fotografías se alían con la escritura, en este caso con los textos de la peruana Claudia Donoso. La inmersión de Errázuriz y Donoso durante los cinco años (1983-1987) que duró el proyecto da como fruto un vívido testimonio de las identidades sexuales disidentes bajo la dictadura militar.

En las páginas del libro que posteriormente publica en 1990, texto e imagen trasladan de forma directa la vida y la voz de Evelyn y Pilar, dos hermanas que ejercen la prostitución y que, relegadas a la marginalidad, relatan su experiencia. En la imagen, Evelyn aparece en el alféizar de la ventana, intersticio entre la oscuridad interior de la que emerge y el exterior en que se hace visible ante la cámara.