La amistad entre Daniel Vázquez Díaz y Gerardo Diego dio lugar a diversos artículos del poeta de la generación del 27 en los que, además de glosar la importancia de su amigo en la pintura española, subrayó la entrañable relación que les unió desde los años decisivos en que la literatura y el arte de vanguardia eclosionaron en España.

El retrato de Gerardo Diego realizado por Vázquez Díaz transmite una sensación de paz interior y luminosa espiritualidad. La luz forma una máscara que rodea la frente, los ojos, la nariz y la boca, donde reside la esencia del personaje. Los ojos, minuciosamente delineados, menosprecian la lejanía transcendente para centrarse en la proximidad de las cosas, en línea con el humanismo de Gerardo Diego, basado en la conciencia y la sensibilidad.