En sus álbumes y dibujos realizados en Nueva York, entre 1920 y 1922, Joaquín Torres García muestra un dibujo ágil y fluido, basado en pinceladas sintéticas y certeras.

En este dibujo, la modelo presenta un perfil recto, casi griego, que se recorta nítidamente sobre el fondo de una aguada de tinta. Su contundencia clásica se ve atemperada por el colorido vistoso, el cabello oscuro y ondulado, y el estampado del sombrero: una prenda que le confiere gracia a la moda y permite identificarla como a una joven elegante. Posiblemente se trata de un atuendo deportivo, característico de la sociedad norteamericana acomodada.

Muchacha de Nueva York guarda relación con otros dibujos de la misma época, y con las láminas de los álbumes: composiciones sencillas y descriptivas, de colores luminosos, con una agilidad de trazo que capta la vida que fluye. También se puede vincular, por sus líneas puras, con las representaciones clasicistas de la época noucentista, cuyos rasgos volvieron a aparecer en la pintura de Torres García durante un breve período, tras su salida de Nueva York y su estancia en Italia.