Siendo aún muy joven, Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, Zaragoza, 1746 - Burdeos, 1828) entró de aprendiz en el taller del pintor José Luzán. Completó su formación en Roma y Madrid. Trabajó para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara y con sus cartones se convirtió paulatinamente en uno de los pintores más solicitados en la Corte. En 1786 fue nombrado pintor del rey, junto a su cuñado Francisco Bayeu, y, tres años más tarde, pintor de cámara. Aunque su sordera y su deteriorada salud le obligaron a renunciar en 1797 al cargo de director de Pintura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, continuó siendo director honorario de dicha institución.

En los meses posteriores a la invasión francesa y al inicio de la guerra de la Independencia (1808-1814), Goya vivió sometido a los numerosos vaivenes que acompañaron la caída del Antiguo Régimen. En 1810 inició la serie de aguafuertes Desastres de la guerra, que finalizó hacia 1815 con los llamados Caprichos enfáticos.

Tras el fin de la guerra y la vuelta al trono de Fernando VII, se inició una persecución de todas las personas sospechosas de haber colaborado con el emperador francés durante la invasión. Aunque Goya nunca pudo ser formalmente acusado, se apartó de la vida pública en la Quinta del Sordo, donde realizó la serie de llamadas Pinturas negras. En 1924 se instaló en Burdeos junto a su amigo el escritor Leandro Fernández de Moratín.