Frente a las visiones románticas y grandilocuentes de la naturaleza, Paul Klee fija su mirada en la fragilidad y la levedad, ya sea de una flor o, como en este caso, de una planta joven, una palmera.

Concibe la copa como un damero con nueve elementos que se superponen, a la manera del intrincado esqueleto de un radiolario. El biólogo alemán Ernst Haeckel realizó una serie extraordinaria de dibujos de estos protozoos que tuvieron una gran influencia sobre Klee. Otra influencia fue el fotógrafo y profesor de arte Karl Blossfeldt, que utilizaba fotografías de plantas para demostrar a sus alumnos que la naturaleza anticipaba las mejores soluciones de la ingeniería y el diseño industrial.

En el caso de Klee, la naturaleza indica el camino de la evolución y el crecimiento espiritual, a la manera de la famosa flor azul del Heinrich von Ofterdingen de Novalis.

Por otro lado, el espacio en torno a la palmera se distribuye en bandas de color que crean transiciones, a la manera de un eco musical.