La obra de Paz Errázuriz manifiesta una voluntad de dar a ver aquellas realidades que, por motivos políticos, económicos o morales, raramente se hacen visibles al conjunto de la sociedad. Así, a lo largo de su obra, ha retratado los mundos del circo ambulante, de la prostitución o el interior de los centros psiquiátricos. La fotógrafa se acerca a estas realidades de una manera directa pero respetuosa, como una antropóloga con sensibilidad de poeta. Junto a este interés por hacer visible, la serie Tango (De a dos) recoge muchos otros de los motivos predilectos de Errázuriz: la intimidad de los cuerpos y la sensualidad de sus gestos, la representación de prácticas sociales minoritarias o el desafío a un orden moral dominante.

Club Buenos Aires, Santiago incide en el carácter sensual del baile y la comunión en él de las parejas. Errázuriz obvia las miradas de los retratados y lo único que se nos muestra es la espalda del hombre sobre la que, inquietante, como una garra, se posa la mano de su compañera de baile. En imágenes como esta, la serie habla del lenguaje corporal íntimo entre personas maduras que, a su manera, en la oscuridad de la sala, contradicen el discurso moral de la dictadura.