En las fotografías que componen los autorretratos de la serie Self & City (2009), la mirada de Nicholas Nixon se aproxima al cuerpo hasta abstraerlo de su entorno, mostrando detalles o perspectivas que lo hacen aparecer extraño a nuestros ojos. De repente, el cuerpo es una silente masa o la viva manifestación de su autonomía orgánica, de su carácter animal. Esto se hace evidente en imágenes de gran tamaño donde, por ejemplo, se muestra la espesura de la barba, la inquieta celosía del iris de un ojo expectante o los surcos en los que el tiempo incide sobre la piel. Precisamente es en el autorretrato donde la mirada de Nixon desvela con mayor claridad que cuanto más cerca observa, más extraño aparece lo humano, más ajeno a la costumbre de nuestra mirada. Sin embargo, en ese extrañamiento ante la fisicidad del cuerpo y su transformación por el tiempo se produce un reconocimiento iluminado por la ternura.

Esta voluntad de ver, de ser testigos de su propio devenir, de reconocerse diferentes en el tiempo, es la que parece expresar Bebe and I, perteneciente a la serie homónima. En ella, Nixon da continuidad al trabajo sobre el propio cuerpo de Self & City incorporando a Bebe Brown, compañera de su vida y parte fundamental de su obra, cuya importancia para la configuración de la mirada del fotógrafo cobra forma explícita en la imagen.