El interés de Paz Errázuriz por lo heterodoxo y por la diversidad humana le lleva a fijarse en aquellos cuerpos que se presentan al margen de los cánones de belleza. En 2002 hace posar a personas cuyas figuras se alejan de esa imagen de atlética juventud que se privilegia en el mundo actual y que, de una manera u otra, son excluidas de la representación normativa. El proyecto, cuyo título será un escueto y directo Cuerpos, recoge retratos individuales o en pareja donde los retratados se muestran en una desnudez frontal, carente de pudor, en diferentes posiciones y actitudes.

El modo en que aparece el hombre que protagoniza Cuerpo II, Santiago es representativo de la actitud que recorre la obra. Lejos de naturalizar la imagen del cuerpo alejado del canon de belleza, proyectando una mirada más íntima que revele la belleza que todo cuerpo encierra, la fotografía articula una escena confrontativa no carente de humor. Por una parte, el pie apoyado sobre el podio incide en el carácter construido de la imagen, a la vez que conduce explícitamente la mirada al sexo del modelo. Por otra parte, la contradicción entre el desnudo integral y los elegantes zapatos enfatiza el aspecto de despojamiento de los atributos sociales, en la tensión entre lo íntimo y lo público. Conjurando el miedo a la vejez, estas fotografías, de alguna manera autorreferenciales para la autora, tratan de habituar nuestra mirada a estos cuerpos que, aunque mayoritarios, se hurtan a la mirada pública.