© José Gutiérrez Solana. VEGAP, Madrid, 2022
CATÁLOGO DE COLECCIONES
Se trata de una de las más rotundas y mejor construidas pinturas de procesiones de José Gutiérrez Solana. Aunque está elaborada mediante una superposición de frisos, con tres niveles de profundidad, da la sensación de que todos los elementos se encuentran en un mismo plano abigarrado. Es un modo de representar la profundidad que algunos estudiosos han considerado «infantil» e incluso «primitivo», y que ha sido utilizado también por otros autores interesados en este tipo de escenas, como el pintor belga James Ensor.
El uso de la perspectiva resulta tan poco ortodoxo en relación con el arte tradicional como el empleo de la luz y el color. Luces y sombras caen sobre el rostro de los personajes de manera no sistemática, obedeciendo más a razones expresivas que a las leyes de la física. La oscuridad de la noche no parece afectar a las figuras que componen el grupo escultórico del beso de Judas, cuyas carnaciones y vestidos brillan con luz propia.
Sobre este tipo de motivos, Solana llegó a declarar: «Las figuras de las procesiones, de los pasos, solo me interesan por lo que tienen de figuras, de muñecos, no por el tema que encarnen ni por la ideología que representen... Me interesan como figuras que son, lo mismo sean de una procesión como de una mascarada carnavalesca».
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