El interés de Lee Friedlander por el autorretrato comienza al inicio de su carrera fotográfica, a principios de los años sesenta. Esta práctica surge como una extensión de su trabajo, al sumarse a paisajes, objetos y personajes urbanos. Friedlander se autorretrata fotografiando su sombra sobre distintas superficies o capturando su reflejo en espejos y cristales. Estas fotografías, al igual que el resto de su obra, desafían la tradición del medio, que exigía perfección técnica, belleza y armonía visual. Con composiciones infrecuentes y disarmónicas, sus imágenes se inscriben en el realismo fotográfico.

En esta fotografía de 1970 realizada en Hillcrest, Nueva York, lo vemos reflejado en un retrovisor que ocupa el centro de la composición y divide la escena en dos partes, uno de sus rasgos de estilo distintivos. Desde los años sesenta, Friedlander comienza a realizar fotografías desde el coche, convirtiendo el espejo retrovisor en protagonista y en su propia seña de identidad. Estas imágenes retratan carteles publicitarios, carreteras o moteles que forman parte del imaginario del país, pero, al mismo tiempo, actualizan la temática del paisaje norteamericano. En 2010 publicó America by Car, un libro protagonizado por imágenes realizadas desde diferentes coches de alquiler, pero con un formato cuadrado y un encuadre más amplio, gracias al uso de la Hasselblad Superwide.