¿Son seguros los alzadores de asientos para niños?

 Pero, ¿son realmente seguros estos alzadores para los niños?

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Seguridad Vial
Según la legislación existente en España respecto al uso de sillas infantiles en los vehículos, una vez que un niño supera el 1’35 de estatura, puede viajar usando indistintamente el cinturón de seguridad o un dispositivo de retención infantil (SRI). Con el fin de evitar que el cinturón no discurra correctamente a la altura del cuello, muchos padres optan por colocar un alzador en el asiento que permite ganar esos centímetros extras que le faltan antes del siguiente estirón. Pero, ¿son realmente seguros estos alzadores para los niños?

Hemos de decir que aunque estén dentro de la legislación y favorezcan que el cinturón realice mejor la función para el que está diseñado, en caso de colisión lateral nuestro hijo quedará expuesto a sufrir daños, sobre todo en la cabeza, debido a que los vehículos no están preparados para proteger personas de ese tamaño.

El diseño de los elementos de seguridad pasiva (aquellos que entran en funcionamiento después de un accidente y minimizan la consecuencia del mismo) están pensados para personas adultas de mayor peso y altura. Las pruebas realizadas con los crash test dummies (maniquíes que simulan los daños que sufriría un cuerpo en una colisión) toman medidas estandarizadas tanto de hombre como de mujeres para proteger las partes vitales como la cabeza y el tórax en una colisión.

Sin embargo en un niño, la cabeza y extremidades no se encuentran a la misma altura respecto al techo y los laterales del vehículo, siendo mucho menos voluminosos. Es por ello que uno de los mayores adelantos en protección de ocupantes en caso de impacto lateral como son los airbag de ventanilla, no realizarían correctamente su función. En caso de impacto, lo más probable es que la cabeza del niño no golpease la zona protegida del airbag sino la que se encuentra inmediatamente por debajo y que corresponden al guarnecido de la puerta y otros objetos que pueden crear lesiones.

En el siguiente vídeo podemos observar cómo funcionan los airbags de ventana (denominados de cortinilla) junto con el airbag lateral de asiento y cómo protegen la cabeza a cierta altura, pero no por debajo de ella. Obviamos el airbag de asiento porque en las plazas traseras no se instala.

Por el contrario, los sistemas de retención infantil crean un espacio de protección para el niño en el que la cabeza y los hombros permanecen a salvo de golpes contra otras partes del vehículo. Cuentan con sus propias orejetas que limitan el movimiento de cabeza en impactos laterales y además sirven de barrera de protección.

Incluso en conjunto, elevan al niño de forma que después del impacto y el disparo del airbag de cortinilla, la silla se favorecerá del efecto de absorción del airbag para reducir su velocidad de una forma más progresiva y, por lo tanto, protegerán mucho más que un simple alzador.

En el siguiente vídeo podemos ver como un dummie instalado en un SRI infantil minimiza su desplazamiento tras un impacto lateral, protegiéndolo perfectamente ante posibles lesiones.

En el mercado, las sillas denominadas Grupo II y Grupo III cubren entre los 18 y los 36 kilos y edades comprendidas desde los 4 a los 12 años. Justo cuando el niño llega al final de su uso, estará muy próximo al 1,5 m de altura, lo que permite ya ir perfectamente protegido en el asiento por los sistemas de seguridad pasiva del vehículo.

Pensemos que la inversión que hacemos por una de estas sillas queda perfectamente amortizada ya que lo usará hasta un total de 8 años (de los 4 a los 12), por lo que el beneficio compensa enormemente el gasto. En cualquier caso, ¿quién puede poner precio a la seguridad de nuestros hijos?