¿Querer alcanzar la felicidad es un deseo natural?

Sí, aunque eso no lo convierte en el único objetivo de nuestra vida

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Todos, por temperamento, por circunstancias de la vida, atravesamos momentos en la vida en los que es muy difícil sentirnos felices. Y ello nunca debe ser interpretado como un fracaso personal. Afrontar los cambios vitales es siempre un reto al frágil equilibrio que sostiene la felicidad y hay que hacer reajustes que a veces requieren de buenas dosis de flexibilidad y creatividad.

Pero no son solo los cambios los que a veces nos alejan de la felicidad. Hay enfermedades, como la depresión, que presentan una sintomatología en la que se incluyen la pérdida del interés por la vida y la tristeza. Y en esos casos, lo importante ya no es si las personas que las sufren son más o menos felices, sino que se de una detección temprana y un tratamiento especialista que les saque de la depresión y les ofrezca herramientas para enfrentar la enfermedad.

Conocernos bien y aprender a aceptar los distintos momentos que vivimos, con optimismo y confianza en el futuro, nos ayudará a alcanzar un estado de satisfacción con nuestra propia vida, que si no es exactamente la felicidad puede parecérsele mucho.

Intenta ser feliz y hacer felices a los demás. Con este Decálogo de la Felicidad queremos ayudarte a conseguirlo.

  1. La felicidad se entiende mejor como un estado de satisfacción con la propia vida que es relativamente estable, más que como un momento de gran ilusión o disfrute.
  2. La felicidad plena se logra a partir de un estado de armonía con uno mismo, con los demás y con la vida. Este estado no es nada fácil de conseguir ni de mantener por lo que no ser plenamente feliz no debería ser nunca interpretado como un fracaso personal.
  3. Una vida altamente satisfactoria en general es consecuencia de tener vínculos interpersonales suficientes, una adecuada sensación de control, así como a tener proyectos vitales que sean significativos y que transmitan la sensación de que lo que aporta al mundo merece la pena.
  4. Los cambios vitales como comenzar la vida laboral, tener un hijo, que los hijos se independicen (en su caso) o la jubilación, plantean un reto al equilibrio que sostiene la felicidad e implican reajustes que a veces requieren de buenas dosis de flexibilidad y creatividad.
  5. Aunque no es muy frecuente, hay personas que por su temperamento les es muy fácil (o muy difícil) mantener un buen nivel de felicidad. Otras personas en cambio tienen mucho margen de variación, y en función de la vida que construyan podrán ser más o menos felices.
  6. Aunque aprovechar todos los momentos de disfrute es muy importante, la satisfacción y la felicidad va más allá de eso, e implica actividades, aprendizajes, retos, etc.
  7. Algunas estrategias que facilitan la aparición de sentimientos de felicidad son agradecer a menudo las cosas buenas que tenemos o que nos pasan, o ser razonablemente optimistas sobre nuestro futuro.
  8. La adversidad puede afectar de forma significativa a la felicidad individual. Aunque en la mayoría de los casos, afecta de forma temporal, en otros puede tener consecuencias más duraderas.
  9. Ser felices es un deseo natural del ser humano pero eso no significa que sea el único objetivo. De hecho, muchas personas toman en un momento dado una decisión vital, en contra de su felicidad, y a favor de la felicidad de otras personas, o para proteger valores importantes como la autenticidad o la justicia.
  10. La felicidad es un bien compartido a nivel social. Lo que hacemos cada día tiene un cierto impacto sobre nuestra felicidad y también sobre la felicidad de los demás. Por eso, a medio plazo, lo más efectivo es tratar de incrementar nuestra felicidad sin perjudicar la felicidad de otras personas, ya sean estas cercanas o lejanas.
Gonzalo Hervás

Profesor de Psicología, Universidad Complutense de Madrid