La senectud

Los seres humanos comenzamos a envejecer nada más nacer y este proceso no se termina nunca

Los seres humanos comenzamos a envejecer nada más nacer y este proceso no se termina nunca. Y, al envejecer, se producen cambios en los órganos y en la apariencia que se acentúan a partir de la mediana edad, acumulándose y siendo mayormente manifiestos.

Efectos psicológicos de la vejez

La edad puede llevar una carga de profundas y abundantes pérdidas (de salud, de personas, del hogar…) así como de un propósito, control o elección. Así pues se presentas diferentes tipos de reacciones ante la llegada a la tercera edad: el pesimista, incapaz de nada por no aceptar los cambios, el optimista, se siente capaz de todo todavía, y el realista, conoce sus límites y acepta el paso del tiempo. Lograr llegar a la ancianidad con una buena actitud ante la pérdida es vital, haciendo que visualicen el cambio como una nueva etapa o faceta en el proyecto de la vida, aceptando la madurez como una oportunidad.

Cambios cognoscitivos como síntoma de la senectud

El intelecto, a pesar de lo que se cree, existen estudios que han demostrado que la pérdida de memoria relacionada con la edad no es tan general, tan solo existe un deterioro en cuanto a la velocidad del proceso.

El anciano es capaz de aprender destrezas nuevas pero requiere de mayor tiempo que las personas jóvenes, lo que se debe a un decremento en la capacidad operacional de la memoria a corto plazo, especialmente en la utilización de estrategias de codificación, organización y recuperación de la información que hace más difícil el aprendizaje como es la resolución de problemas.

Además de esto, si bien es cierto que el anciano ya no cuenta con la misma eficiencia que tuvo en su juventud, en relación a algunas habilidades cognitivas; en la actualidad es poseedor de un conocimiento pragmático, el cual ha sido acumulado como producto de la experiencia a lo largo de la vida.

De esta manera, concluimos con que la vejez posee un gran desarrollo de la comprensión por medio de la experiencia y la capacidad para aplicarlos a sus asuntos importantes.

Por eso, desde Fundación MAPFRE sabemos que los síntomas de la senectud varían de una persona a otra, pero todos debemos tenerlos en cuenta a la hora de salir a la calle, ya sea como peatón o como conductor de un vehículo. Así queremos que conozcáis vuestras capacidades, vuestros límites y, sobre todo, que sepáis que aceptar la realidad a sabiendas de que el paso del tiempo nos afecta no es malo, sino la mejor manera de afrontar el paso a la senectud.