© José Gutiérrez Solana. VEGAP, Madrid, 2022
CATÁLOGO DE COLECCIONES
Entre 1926 y 1927, la obra de Solana alcanzó una gran proyección internacional, debido, entre otras razones, a su participación en el Salón de Artistas Ibéricos y a que sus bodegones comenzaron a relacionarse con la pintura de los nuevos realismos que en toda Europa se conoció como «vuelta al orden».
En la pintura La baraja de la muerte, también llamada Bodegón del juicio final, la muerte cobra por primera vez forma de naturaleza muerta. Sobre una tosca mesa de madera se despliegan una serie de objetos más o menos vinculados a la pintura de vanitas tradicional: el espejo, los naipes, la pistola, la armadura y la calavera. Por lo que respecta a las cartas, identificables como la rueda de la fortuna, la muerte, el emperador y la justicia de la baraja del tarot, apuntan a la inexorabilidad del tiempo y a la vanidad de los placeres, la belleza y la gloria.
Solana fuerza el punto de vista al pintarlas y no tiene reparos en colocar el número de una de ellas (el III) en el lateral del naipe para asegurarse de que el espectador tiene una visión completa. Detrás de la carta con la figura de la muerte, el cuerno recuerda la llegada del juicio final. La bota representa lo castizo y ocupa el lugar de los manjares y frutas habituales en las vanitas.
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