¿Sabías que la dieta mediterránea es mucho más que salud?

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La dieta mediterránea es un conjunto de hábitos alimentarios y de estilo de vida que siguen tradicionalmente los habitantes de las regiones mediterráneas. Esto tiene implicaciones en la salud, la cultura, la agricultura, pesca y ganadería e, incluso, en el paisaje.

Todos estos aspectos se modelan de unos países a otros en función de la cultura, el clima, la geografía y la religión, lo que configura una gastronomía frugal, pero a la vez rica y diversa, que comparte características comunes, tales como:

  • El uso del aceite de oliva, especialmente el virgen extra, como grasa básica para cocinar, freír y aliñar.
  • Utilización de productos frescos, poco procesados y de producción local, lo que determina la gastronomía según las diferentes estaciones.
  • Elevado consumo de alimentos de origen vegetal como frutas, hortalizas, legumbres, frutos secos, semillas, pan y otros cereales, generalmente en su forma poco refinada.
  • Fruta como postre principal y otros postres especiales ricos en azúcares, frutos secos y miel, sólo en fechas ligadas a fiestas religiosas y otras celebraciones de las comunidades.
  • Cantidades de bajas a moderadas de productos animales siendo participialmente pescados, huevos o lácteos fermentados y bajo consumo de carnes y derivados en general. Algunos platos ricos en grasa van ligados a fiestas religiosas y otras celebraciones sociales.
  • En las culturas que lo permiten, se consumen cantidades bajas o a moderadas de vino durante las comidas.

En este espacio del planeta, bañado por el mar Mediterráneo, el estilo de vida que ha caracterizado a sus habitantes ha supuesto para ellos una calidad de vida superior a la de poblaciones de otras latitudes. Este hecho pudo ser comprobado hace décadas en el estudio ecológico de los 7 países, en el que se demostró la mayor longevidad de los habitantes del Mediterráneo pero sobre todo la menor incidencia de enfermedades cardiovasculares. Más recientemente, el estudio PREDIMED (PRevención por DIeta MEDiterránea), llevado a cabo en España por el Instituto Carlos III (CIBEROBN), pudo demostrar que una dieta mediterránea suplementada en aceite de oliva virgen extra o en frutos secos, puede reducir hasta en un 30% el riesgo de tener una enfermedad cardiovascular grave (infarto o ictus) en personas de alto riesgo cardiovascular. 

Desgraciadamente, el patrón alimentario actual, a pesar de mantener rasgos de la dieta mediterránea, se va alejando paulatinamente de este patrón saludable debido al incrementado del consumo de alimentos de origen animal como carnes y derivados, comida rápida, bollería o refrescos, a la vez que se consumen menos legumbres, cereales y derivados integrales y frutas y verduras. Esta modificación de la dieta ha supuesto una mayor incidencia de enfermedades crónicas, como las enfermedades cardiovascular o la diabetes. 

Dieta mediterránea y medio ambiente

El vocablo “dieta” procede del término griego “díaita” que se refiere a un estilo de vida en el que existe equilibrio entre el cuerpo y la mente, a través de una alimentación saludable, la práctica de ejercicio físico y la conexión con el entorno natural. Es decir, la siesta, los paseos por el campo o la costa, el cuidado de los campos de cultivo, el mantenimiento de las tradiciones y sus oficios, y la puesta en valor del medio ambiente, también forman parte de una “díaita” saludable en la que la persona está en equilibrio con todo lo que le rodea.

El predominio de los alimentos de origen vegetal en la dieta mediterránea hace que se generen muchos menos gases de efecto invernadero que en modelos alimentarios donde hay un exceso de consumo de alimentos de origen animal, además de requerir menos recursos hídricos, lo que revierte en una conciencia potente sobre las elecciones de estilo de vida y sus impacto en el medio ambiente.  

En los países de la cuenca mediterránea, a pesar de su diversidad en los paisajes, sus gentes y culturas, existen valores en común que son característicos. Uno de ellos es sin duda la “triada” del olivo, trigo y vid que se observa en los paisajes, o las costumbres en torno a las prácticas agrícolas, pesqueras y ganaderas, así como la protección de espacios naturales como fuente de recursos alimentarios y culturales. 

Las gentes del Mediterráneo y su relación con el medioambiente también han promovido el desarrollo de oficios y costumbres que han revertido en el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales. Pero también las prácticas religiosas y su profunda huella en los comportamientos de las personas han generado una gastronomía popular exquisitamente rica en variedad ligada, no sólo a la producción estacional de alimentos y sus métodos de conservación, sino también a las festividades religiosas, sociales y paganas.

Todas estas características que configuran “La Dieta Mediterránea”, y que como puede observarse excede a la propia ingesta de alimentos, constituyen un valioso legado de la humanidad que ha llevado a la UNESCO en 2013, a reconocerla como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. 

Manuel Moñino
Dietista-nutricionista
Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas
Investigador CIBEROBN del Instituto Carlos III