¿Por qué me encuentro mal emocionalmente y no sé el motivo?

Cómo superar y obtener claridad sobre nuestros “puntos ciegos” emocionales

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En la película “Del revés”, una producción de Disney recomendable para todas las edades, una niña adolescente se muestra desconcertada de lo que siente. Hay cosas que están sucediendo en su vida, cambios que pueden generar incertidumbre, pero no es capaz de ver la conexión entre eso que sucede y sus reacciones. Por dentro en la película, se ve como sus emociones son un hervidero. Estas situaciones de malestar sin un origen claro son inevitables y no sólo ocurren en la adolescencia sino a lo largo del ciclo vital. Nos indican que hay algo que no estamos valorando adecuadamente, algo que no funciona bien o, más importante aún, algo que debemos aprender.

Es posible que estas reacciones sean coincidencias irrelevantes como la combinación de haber dormido mal e interpretar mal algo que ha dicho una persona cercana. Sin embargo, la mayoría de las veces nos avisan de eso que en el coche se llama el punto ciego: una zona del campo de visión trasero que no vemos por los espejos retrovisores por más que intentamos mirar con atención. Para superar y obtener claridad en esos puntos ciegos es necesario activar una especie de protocolo de investigación. Vamos con ello.

El primer paso es identificar eso que estamos sintiendo. ¿Tiene más que ver con la irritación? En ese caso podríamos seguir investigando si es frustración, si es impotencia, si nos hemos sentido ofendidos o si hemos vivido una situación injusta. ¿Tiene que ver más con la tristeza? En ese caso podríamos evaluar si debajo de esa tristeza hay soledad, aburrimiento, indefensión, vacío o sentimientos de baja autoestima. Si el sentimiento central es el temor o la inquietud, podríamos tantear si el temor es por incertidumbre, por inseguridad o por vergüenza.

El segundo paso consiste en analizar lo que ha sucedido recientemente. ¿Ha habido alguna cosa que nos haya molestado? ¿Alguna situación negativa que se ha podido repetir y “llueve sobre mojado”? ¿Algún tema hacia el que somos especialmente sensibles se ha reactivado?

El tercer paso tiene que ver con analizar el estado de nuestras necesidades psicológicas básicas. ¿Es mi necesidad de vinculación que se ha visto aceptada? ¿Me faltan estímulos y proyectos en mi vida y es la falta de crecimiento el problema? ¿Tengo limitaciones relevantes a mi autonomía? ¿No me siento suficientemente competente en algún área de mi vida? ¿Hay algo que afecta a mi autoestima o siento que le falta relevancia a mi vida? Con respecto a estas preguntas, hay que aclarar que el hecho de que nos sintamos insatisfacción no quiere decir que no podamos soportar la situación. Decía Marshall Rosenberg que las necesidades tienen más necesidad de ser reconocidas que de ser satisfechas. Es decir, que el paso esencial es reconocer que está ahí esa insatisfacción, aunque en el momento no podamos hacer mucho más. Eso sí, el paso siguiente será pensar un plan para tratar de cubrirla a corto o medio plazo.

En realidad, una vía frecuente para solucionar estas situaciones es quedar a tomar café con alguien que nos conozca bien y explicarle lo que sentimos y, en ese diálogo, ir poco a poco uniendo los cabos. Cuando esa vía no está disponible nos puede servir mucho escribir sobre todo ello tomando las preguntas que hemos planteado como punto de partida.

Lo que es necesario entender en todo caso es que nuestra maquinaria emocional suele actuar por su cuenta y dar avisos en forma de estados emocionales si detecta que puede haber algún riesgo o alguna situación que es relevante. A veces nos resulta lógico el aviso, otras veces nos deja un poco fuera de juego. Pero precisamente gracias a estos avisos vamos descubriendo lo que necesitamos, lo que nos afecta, lo que nos genera ilusión. Y siempre sabiendo que el aviso no convierte la situación en objetivamente importante: sólo pretende llamar nuestra atención para que podamos realizar una segunda evaluación más detallada. Localizar puntos ciegos no es fácil, sobre todo cuando nos sentimos mal; pero puede ser el comienzo de un momento de autoconocimiento. Lo que podemos anticipar es que, casi seguro, el esfuerzo de mirar hacia dentro merecerá la pena.

Gonzalo Hervás Torres. Profesor de Psicología en la Universidad Complutense de Madrid.