¿Qué es el sexting? ¿Cómo podemos actuar si detectamos un caso?

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Para poder actuar ante un caso de sexting, en primer lugar, tenemos que entender de qué se trata. Es la creación de material comprometido de naturaleza sexual y su posterior envío de manera voluntaria usando las tecnologías de la información y comunicación. Esto no es un delito, pero si lo es su reenvío sin consentimiento (personas mayores de edad), y en el caso de ser menor se consideraría delito por difusión de pornografía infantil. También es delito la posesión de material sexual de menores.

El número de casos de sexting en España ha aumentado notablemente en los últimos años y los factores que favorecen este incremento son variados. Por un lado, los nativos digitales están acostumbrados a llevar una vida muy expuesta al público a través de las TIC, por lo tanto, no perciben como un riesgo el facilitar datos personales o imágenes que disminuyen su privacidad y su intimidad. Además, los adolescentes poseen algunas características propias de su edad que los impulsan a realizar conductas de riesgo, infravalorando las posibles consecuencias. Y a todo lo anterior se une el inicio precoz de la sexualidad en los adolescentes españoles.

Los principales riesgos que conlleva el sexting son la vulneración del derecho a la intimidad y, sobre todo, la pérdida del control: en el momento en el que se envía una imagen ya no se sabe dónde ni en qué manos puede acabar. Esto puede suponer un gran impacto para la víctima, ya que es probable que se difunda o se comente en su entorno, generando situaciones de acoso escolar o ciberacoso, de sextorsión (coacciones y amenazas chantajeando a la víctima con publicar la foto) o de grooming (conjunto de acciones que lleva a cabo un adulto sobre un menor, con el objetivo de ganarse su amistad y conseguir imágenes o vídeos con contenido sexual o pornográfico, hasta la posibilidad de establecer contacto físico con dicho menor para abusar sexualmente de él).

¿Cómo actuar?

En primer lugar, NUNCA hay que realizar imágenes de este tipo. Una vez se envía el contenido se pierde el control sobre él y so se sabe dónde puede acabar. El riesgo no está solo en que la persona a la que se le envía este material lo pueda difundir en un futuro, sino que no se sabe qué puede suceder con el dispositivo ya que puede ser robado, hackeado o perdido. Y no hay que olvidar que en uno de cada cinco casos la persona responsable del sexting es la pareja o expareja. Por lo tanto, la mejor forma de prevenir la difusión y asegurar plenamente nuestra privacidad es no hacerse este tipo de fotos.

Víctimas:

  • En caso de que un menor esté sufriendo sexting, debe avisar a sus padres o tutores. ¡No hay que tener miedo a pedir ayuda!
  • Denunciar cualquier tipo de acoso y reportarlo a la red social. Si es necesario denunciándolo a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
  • Guardar pruebas, si se tienen, sobre el envío.

Observador:

  • En caso de recibir una fotografía o vídeo de otra persona hay que eliminarlo y, por supuesto, nunca compartir o reenviar. Y denúncialo; el silencio hace cómplice.

Padres:

  • Hay que enseñar a nuestros hijos a decir NO: dos personas pueden ser amigas, o incluso pareja, sin aceptar todo lo que demande la otra persona.
  • Transmitirles nuestra propia experiencia en la vida. Mostrarles que los amigos y las personas en las que confiamos ahora no son las mismas que hace años. Los amigos cambian, así como las parejas.
  • Hablar con ellos y escucharlos. La confianza es la base de una buena comunicación padres-hijos.
  • Si en el sexting hay menores implicados del centro escolar de nuestros hijos, hablar con el tutor o docentes.
  • Valorar la opción de denunciar el acoso a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Tener o distribuir imágenes de contenido sexual donde aparecen menores está considerado pornografía infantil y es un delito.