Tres dimensiones en una

Fernando R. Lafuente

Pintor con paleta y caballete, [París], 1928

Pablo Picasso
Pintor con paleta y caballete, [París], 1928
Musée National Picasso-Paris. Dación Pablo Picasso, 1979 MP104
© Sucesión Pablo Picasso. VEGAP, Madrid, 2022
Foto © RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) / Adrien Didierjean

​Todo arte es arte sobre arte. Nada queda fuera del territorio que marcan los límites de la creación. Y la creación tiene límites. Limita al Sur con la tradición y al Norte con la circunstancia de cada cual. Y regresa cada tanto a su propio espacio. Sea literario, plástico, musical. Incluso cuando se mezclan en un laberinto fascinante. Picasso conoce la tradición, solo innova el que domina lo anterior. No se trata solo de formas, ¿qué es un lienzo?, sino de filtros de la realidad. Una realidad compleja, lejana, caprichosa, imprevisible. Borges escribe El Aleph con una clara intención: mostrar cómo el cubismo es imposible en literatura. Borges había abrazado las vanguardias hoy llamadas históricas (1909-1924), lector de Joyce, traductor de Kafka y de Woolf, descubre que, como escribirá el narrador del relato: «lo que vi fue simultáneo, lo que escribí, lineal». En este cuadro Picasso sugiere esa simultaneidad a tres bandas: el pintor, la herramienta de trabajo y el asiento de la creación. Pero las tres en el mismo plano, radicalmente simultáneo, no hay perspectivas porque lo que pinta es algo así como si las tres dimensiones se convirtieran en una, todas aplastadas contra una tela, un lienzo, y de allí surgiera ese enigmático cruce de líneas y contornos. Un pintor siempre viene y regresa a la pintura, como un escritor a la literatura y un cineasta al cine. Es su referencia. En el caso que nos ocupa: colores, formas, el arbitrario, o no, formato. Es un viaje interior, de poco vale la intención primera, vale lo que el espectador descubra, sienta, le emocione. La soledad del pintor es su grandeza. Los tres amigos, el pintor, la paleta y el caballete, el diálogo infinito de los tres a lo largo del tiempo. Siempre se regresa a la tradición, aunque el secreto de tal regreso permanezca enmascarado en un alarde de innovación.

Fernando R. Lafuente fue director del Instituto Cervantes, director general de Libro, Archivos y Bibliotecas y director del Instituto de Cooperación Iberoamericana en Buenos Aires. Ha sido director de ABC Cultural y es director de Revista de Occidente.