Mirar y ser visto. De Tiziano a Picasso, el retrato en la colección del MASP

07.OCT.2009           20.DIC.2009

La importancia del retrato está en los ojos

Edouard Manet
La Amazona – Retrato de Marie Lefébvre, 1870 – 1875
© MASP, Museu de Arte de São Paulo Assis Chateaubriand

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Exposición

 

07.OCT.2009         20.DIC.2009

La exposición Mirar y ser visto reunió un conjunto de treinta y tres obras maestras de la historia del retrato europeo, desde el siglo XVI al pasado siglo XX, procedentes del Museo de Arte de São Paulo.

La exposición

A partir de 33 obras maestras de Velázquez, Goya, Van Dyck, Corot, Manet, Cézanne, Toulouse-Lautrec y Picasso, entre otros, la exposición nos mostró la historia del retrato europeo, desde su esplendor en el siglo XVI al pasado siglo XX.

Cómo representar a una persona para que su imagen perdure en el tiempo es, desde siempre, una cuestión de vital importancia para el ser humano. Esta exposición, a lo largo de los cinco siglos que recorre, nos mostró cómo la manera en la que el artista entendía la imagen del retratado ha ido evolucionando.

Los retratos clásicos y los modernos no nos cuentan lo mismo. La forma de entender la individualidad de la persona retratada o si el retrato debe transmitir el poder que esta ostenta o su psicología son parte de la evolución que ha vivido el género del retrato. Por eso, la exposición se organizó en dos grupos que, cronológicamente, mostraban la diferencia entre los retratos de solemnidad y los retratos modernos.

Los primeros retratos solemnes surgieron en el siglo XIII y tuvieron un gran impulso durante el siglo XV. Pintados por Tiziano, Velázquez, Goya, Van Dyck o Franz Hals, entre otros, mostraron a sus retratados de cuerpo entero o de medio cuerpo, altivos, hieráticos e imponentes. Son retratos de personas, pero también símbolos de algo más, del poder que ostentaron.

Los retratos modernos reflejaban la individualidad de la persona más que lo que representan, mostrándolas a ellas mismas y no el poder que tenían o el grupo social al que pertenecían. La esencia prevalece sobre la apariencia. Sin embargo, tampoco se revela o se exponen claramente. Estos retratos, centrados en el individuo, prescindían incluso del parecido en favor del concepto. En esta muestra estuvieron representados por obras de Manet, Cézanne, Toulouse-Lautrec, Modigliani o Picasso, entre otros.

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