Trabajar para vivir, no vivir para trabajar

Hábitos y comportamientos de los millennials con respecto al mercado laboral y el impacto social de las empresas

Trabajar para vivir, no vivir para trabajar

Sabemos que, a día de hoy, los jóvenes nos incorporamos más tarde al mercado laboral que en los años 80, cuando lo hacía la generación del “baby boom” en España. Esta situación genera mucha preocupación ya que tiene una serie de consecuencias que afectan a toda la sociedad. Algunas de ellas son una independencia más tardía, ya que los jóvenes no pueden permitirse abandonar el hogar de sus padres, o el descenso de la natalidad.

Este último aspecto, ha cobrado mayor protagonismo en los últimos años, ya que, por primera vez en España, en 2014 se dieron más fallecimientos que nacimientos. Además, la baja natalidad es una de las causas, junto al envejecimiento y a los bajos salarios, que pone en peligro el futuro del sistema de pensiones.

Pero, ¿por qué está sucediendo esto? En muchos casos las razones por las que los jóvenes nos incorporamos más tarde al mercado laboral están generadas por la precariedad y el deterioro del mismo. Pero también hay que considerar otros factores como que los jóvenes lo decidamos expresamente.

El otro día asistí a una charla sobre el futuro de las pensiones en España y se mencionaba que uno de los fenómenos que contribuye a que los jóvenes decidamos comenzar a trabajar más tarde es la mayor longevidad: “Como voy a vivir más, inicio mi carrera profesional más tarde”.

Esta perspectiva me pareció muy interesante y creo que es sobre la que se cimentan muchos de los cambios que están sucediendo hoy en día.

El trabajo como un elemento socializador más secundario

Pero también hay un concepto que debemos contemplar: el trabajo como elemento socializador. Mientras que hace dos décadas el trabajo y la familia podían ser los elementos socializadores más potentes y la base para la autorrealización de todas las personas de esta sociedad, hoy en día esto ha cambiado.

Hace 20 años era común que la ambición de los jóvenes fuera el desarrollo de la carrera profesional y para ello sacrificaban otros muchos elementos, como por ejemplo, el ocio.

En definitiva, antes era más común vivir para trabajar que trabajar para vivir. Y esto ya no es así.

El ocio y las redes sociales

Un elemento reciente que potencia todavía más el retraso a la incorporación laboral de los jóvenes es la aparición de las redes sociales. A través de ellas se incentiva que la inversión de tiempo y dinero que realizamos los jóvenes sea en el ocio, en viajar y en divertirnos.

Inevitablemente, cuando el trabajo asume un papel secundario y el ocio pasa a situarse en el elemento más importante para realizarnos y ser felices, es absolutamente normal que nuestro poder adquisitivo baje.

Por así decirlo, en las generaciones anteriores era más habitual encontrar personas con un poder adquisitivo alto pero que no habían tenido apenas experiencias interesantes como visitar países, conocer culturas o largos períodos de vacaciones. No obstante, en las generaciones de ahora, el poder adquisitivo es mucho más bajo pero contamos con experiencias mucho más enriquecedoras.

Desconozco qué sociedad es más sostenible. Incluso desconozco cuál es más feliz. A priori, me parece que podría ser más feliz la actual, no obstante creo que poco a poco los millennials vamos demostrando que ahora lo que nos falta es autorrealización.

Empresas de impacto social

En mi opinión, la gran esperanza que puede unir las carreras profesionales de los millennials y su autorrealización es el crecimiento de las empresas con impacto social. La sociedad de hoy en día está mucho más sensibilizada con los problemas sociales y la igualdad, sobre todo aquellas generaciones más jóvenes. Por ello, quizá pueda ser un elemento clave para que los jóvenes puedan sumarse a proyectos y empresas que generan riqueza y que hacen el bien social.

Sobre el autor:

Daniel Ibiza es Fundador y CEO de AiUDO y miembro de la Millennial CIC de Red Innova.