Rodin, el cuerpo desnudo
13.MAY.2008 ──────── 06.JUL.2008
Auguste Rodin
Torso de Adèle, 1878
Musée Rodin, París
© Auguste Rodin
Rodin, el cuerpo desnudo trajo a Madrid, por primera vez, algunas de las grandes esculturas de Auguste Rodin como La Edad de Bronce, El beso, Manos de amantes, La avaricia y la lujuria, o Balzac, entre otras, en una muestra que quiso poner de relieve la relación que se estableció entre el gran escultor y el cuerpo desnudo.
Fundación MAPFRE presentó por primera vez la obra del magnífico escultor francés, Auguste Rodin, en una importante exposición realizada en estrecha colaboración con el Musée Rodin de París, que recogía la relación que se estableció entre el escultor y el cuerpo desnudo.
En la muestra se exhibieron 33 esculturas y 90 dibujos pertenecientes a las colecciones del Musée Rodin de París que, al mismo tiempo, acogía la exposición Camille Claudel, co-producida por Fundación MAPFRE.
La exposición
La exposición Rodin, el cuerpo desnudo trajo a Madrid, por primera vez, algunas de las grandes esculturas de Auguste Rodin como La Edad de Bronce, El beso, Manos de amantes, La avaricia y la lujuria, o Balzac, entre otras. Estas esculturas estuvieron acompañadas de una selección de 90 dibujos, a través de los que se analizaban las relaciones entre arte, erotismo y desnudez.
La exposición proponía dos discursos paralelos: uno relatado a través de las esculturas y otro a partir de los dibujos. Estos dos hilos conductores, inevitablemente conectados, mostraban la manera en la que el artista transformó para siempre la representación del cuerpo humano.
Rodin fue el escultor de la voluptuosidad. La tensión que consiguió establecer entre el desnudo tradicional y la introducción del deseo e, incluso, de una supuesta obscenidad en muchas de sus obras, ponen de manifiesto cómo logró subvertir para siempre la tradición clásica del desnudo.
Salvo escasos bocetos preparatorios, los dibujos no aparecieron en la obra de Rodin hasta su madurez. Cuando ya había cumplido los 60 años, Rodin comenzó a dibujar de manera casi obsesiva, automática, consiguiendo que el cuerpo desnudo de la mujer brotara del papel cargado de erotismo, dotado de una enorme fuerza que, en parte le era conferida por la serena economía de medios con la que el artista concebía estas obras.
Las esculturas y los dibujos de Rodin supusieron una nueva interpretación del desnudo: frente a un clasicismo que representaba anatomías perfectas en su castidad, sus creaciones exhibían cuerpos como metáforas de la realidad, dotados de un aliento vital, en los que la superficie, la carne, se imponía a la línea y el contorno y los cuerpos se abrían a otra dimensión para representar también el deseo y la tensión sexual.
Rodin puede considerarse el último gran escultor que marcó la transición entre los grandes talleres clásicos y las vanguardias históricas. En este sentido, su obra se inscribe en una tradición en la que la representación del cuerpo desnudo constituye el tema fundamental.
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